Sin regalo pero con amor
-¿Qué
haremos?- Le pregunte con un sentimiento de profunda tristeza a mi esposo John,
el cual se acercaba a mi con cierto aire de melancolía. Era tarde y Jake y Kim
pronto vendrían de la escuela. Su abuela pronto vendría para dejarlos e irse.
-No
lo se cariño. Me respondió, bajando la mirada por un gran sentimiento de culpa.
Se
aproximaba la época más esperada por la mayoría de todos, especialmente
recibida con gran alegría y felicidad por nuestros hijos Jake y Kim. La más
pequeña de nuestros hijos, era Kimberly “Kim”, apenas una semana atrás había cumplido
6 años, mientras que Jake lo superaba por un año. Los dos crecían muy rápido y
el dinero era un constante problema, siempre faltaba pero nunca sobraba. Mi
esposo trabaja diez horas diarias en la fábrica, recibiendo malos tratos, pero
todo por traer dinero para mi y sus hijos. Platicábamos acerca de los regalos,
que esta vez nuestros hijos no iban a recibir ya que el dinero solo se
utilizaba para comprar alimentos, pagar la luz y el agua.
Después
de unos segundos, se escucho que golpearon la puerta y luego un portazo. Eran Jake
y Kim acercándose hacia nosotros con un papel en la mano. Hice un gesto para John,
indicándole que sonriera y ya no mencionara ese tema.
-¡Mamá!
¡Papá!- Jake gritaba con tanto entusiasmo que los problemas que tenía
desaparecieron.
-Miren
lo que hicimos- dijeron los dos al mismo tiempo. Kim le dió el papelito que traía
en la mano a su papá y Jake me dió el suyo a mí. John se me acerco más y juntos
empezamos a leer lo que parecían a simple vista cartas. Exacto eran cartas pero
no para nosotros sino para Papá Noel. Las cuales le solicitaban a Papa Noel una bicicleta y una muñeca para
Jake y Kim respectivamente. Se notaba una alegría en sus caras, las cuales
borraremos, ya que no tenemos el suficiente dinero. Las dejamos en la mesa y
nos dirigimos a nuestra pequeña nada amueblada cocina.
No teníamos
palabras para explicarles que no habría regalos esta navidad. Así que esperamos
a que cenaran leche y galletas, se colocaran su piyama para explicarles nuestra
situación. Encaminándolos hacia su habitación, Jake subió las escaleras hacia
la segunda cama en la litera que compartía con Kim. Los cobijamos y John empezó
a decir:
-Hijos,
esta vez no creo que venga Papa Noel con sus regalos- les dijó John. Esperando
ver su respuesta, guardamos silencio y esperamos a que digieran algo.
-Nos
portamos mal- dijó Kim.
-No,
es que Papá Noel va a estar muy ocupado, pero para la siguiente navidad seguro
que viene- contesté.
Después
de unos segundos, observamos su reacción, parecían confundidos y tristes, pero
no mencionaron nada más, así que le hice un gesto a John para que saliéramos. Apagamos
la luz, cinco pasos después de salir escuchamos:
-¡Papá!
¡Mamá!- gritaron Jake y Kim.
-¿Qué
pasa? ¿Ocurre algo? -preguntamos.
-Nada-
-Les
queremos decir algo- dijeron.
-¿Qué?-
respondí.
-No
importa si viene Papá Noel o no, lo que importa es que están ustedes aquí, no
queremos regalos, solo que estén con nosotros y nos quieran mucho- dijo Jake,
mientras Kim abrazo a papá. Creo que esa respuesta le gusto a John por que fué
y le dió un beso a cada uno. Recostó a Kim. Apagué la luz, tomé la mano de John, les dije
buenas noches y cerramos la puerta.
Creo que el título es muy sugerente. En lo personal me gusta que el título de los cuentos me haga creer saber hacia dónde van y al final no resulte así; tal como lo dice Augusto Monterroso en el punto número diez de su decálogo. También me pareció algo idealista porque los niños generalmente ante estas situaciones responden con berrinches, aunque no niego que depende también de la educación brindada. Los nombres de los personajes no me hicieron sentir la historia, me hubiera gustado algo más alusivo a nuestra realidad. Se trató de conmover a los lectores por medio de los sentimientos: “No olvides los sentimientos de los lectores”. Faltan algunos acentos, palabras como fue y dio no llevan tilde. Pienso que el texto se escribió conforme al cuarto punto del decálogo: “Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una”, pues no se hizo un excesivo uso de descripciones, metáforas u otras figuras retóricas. Aunque al final digo que cada quien debería escribir a su modo, con lo que haga liberar las ideas atrapadas en la mente, no existen reglas.
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