Hay sol, pero no
hay calor. Aquí me encuentro yo de nuevo, su compañera incondicional, aquí la
espero siempre, justo en la ventana, medio cubierta con la cortina violeta.
Creo que tuvo pesadillas, despertó asustada. Yo no sé lo que es tener
pesadillas, no duermo. Sólo observo la habitación y de vez en cuando ella me
mueve y alcanzo a ver la calle, pero no me agrada es muy ajetreado, lo carros a
toda velocidad, personas maldiciendo, caminando a prisa –lucen tan desconsiderados-
humo aquí y allá; el semáforo, el tráfico, el asfalto gris y húmedo. . . En fin. Que pena me da verla así, anoche la
escuché discutir otra vez, puede que haya discutido con él, ¿Cuándo entenderá que no le conviene? Pero
es tan terca, que nada ni nadie la harán entender, bien dicen que no se aprende
en carne ajena. Su madre, su padre, su hermano y la chica esa. . . Siempre
olvido su nombre, Valentina creo, todos le han explicado al menos diez veces
que ese hombre al que tanto adora solo le va a causar más dolor. Que si yo
pudiera hablar, la buena regañada que le hubiera puesto ya. Ahí viene con agua
para mí, me va a decir que soy muy bonita y que he crecido muy bien, voy a
tratar de sonreírle de nuevo, tal vez hoy si lo note, o tal vez no. Apenas suena
su teléfono corre desesperadamente a responder, ríe, afirma tres veces con la
cabeza al mismo tiempo que dice “¡si, si, claro que si!” y corre de regreso al
baño. El buen Carlos le llamo para pedir perdón, estoy segura, no por nada se
pone su vestido favorito y se colorea los labios. Está tan emocionada, le va a
comprar un regalo caro, él siempre hace eso después de hacerla llorar. Pero ni
comprándole todas las joyas del mundo se va a recompensar el hecho de que ella
siempre ha sido su plato de segunda mesa, es que el buen Carlos aún no se
siente listo para dejar a su esposa, no quiere causarle daño a sus hijos, el qué
dirán lo tiene muy preocupado y no queremos que toda su campaña de
“politiquillo buena gente” se estropee si todos se enteran que tiene una bella
amante 20 años menor, pobre hombre como sufre. ¡Patrañas! Eso es mera cobardía.
Ya me enoje, ahora que se vaya ni la voy a voltear a ver. Aunque se vea muy
bonita y su sonrisa luzca radiante, con los ojitos felices ¿a quién engaño? No
podría resistirme a verla. Esa miradita fugaz que me lanza a la ventana antes
de dormir, al despertar, cuando entra al cuarto y de vez en cuando solo por
placer, pareciera que se quiere asegurar de que sigo aquí completita, solo para
ella. Así es, y así será. Es decir, yo le pertenezco, con cada uno de mis
delgados pétalos, soy suya, lo soy por amor, por placer y porqué no tengo más
opción. Me encanta verla sonreír frente al espejo, se sonríe a sí misma. Se
rocía perfume y sale por la puerta casi dando brincos. Si yo fuera capaz de
suspirar lo haría cada 2 minutos solo por ella, por Sara, mi bella Sara. Cuanto
la adoro, y adoro escucharla decir mi nombre, “buenos días Margarita” y
entonces siento que mis hojitas se me caen de la emoción. Quisiera hacerla
feliz, la haría feliz a todas horas, la llenaría de abrazos; me encantaría
poder oler su cabello, besarla antes de dormir. Pero no puedo, estoy encadenada
a este montoncito de tierra contenido en una fea maceta.
No ha regresado en todo el día, ya van a dar las diez. Comienzo a contar
los segundos guiándome con las manecillas del reloj, “tic, toc; tic, toc” así
me pierdo como vagabundo en los recuerdos, la pienso para no extrañarla. Y
cuando menos lo espero la puerta se abre precipitadamente, es ella, y ese
hombre alto y moreno es el buen Carlos, luce descompuesta, pálida, Carlos casi
la arrastra, la sostiene sobre su hombro para ayudarla a caminar. “Camina
despacio” le dice, pero ella no tiene ninguna expresión, no levanta la mirada,
ya ni siquiera tiene color en sus labios. ¿Qué le hiciste ésta vez Carlos?
Ahora si se me van a caer las hojitas ¡pero de rabia! Como quisiera gritarle
que la dejara en paz, que se alejara para siempre, que desapareciera por
completo. La ayudó a sentarse sobre la cama, parece que carga una muñeca de
trapo, sus brazos cuelgan de sus hombros como hilos y su cuello no es capaz de
sostener su cabeza “Carlos, te juro que es tuyo” le dijo con voz ronca y
decadente. “Sara, no insistas, ya te explique que no puedo ser su padre. Te
ofrecí todo para acabar con esto, quiero tu silencio, entiéndelo. Ya no me
busques, esto ya se terminó”. Se dio media vuelta y se marchó silencioso, Sara
rompió en llanto, y yo aún no logro creer lo que acaba de suceder frente a mí.
Después de pasar varias horas tratando de llamarlo desquiciadamente, se seca
los ojos, camina lento, sin fuerzas, abre tranquilamente el cajón junto a su
tocador y saca varios frascos que al vaciarlos dejan salir un montón de
pastillas. Las tomó todas y las tragó, quiero pensar que eso la va a ayudar,
pero nunca antes la vi tomar tantas pastillas juntas y eso me preocupa. Se
acercó a mí, “buenas noches Margarita” y regreso a su cama casi flotando como
alma en pena.
Tengo mucha sed, han pasado tres días ya, y sigo esperando que Sara
despierte.
¡Qué belleza de cuentito!
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
EliminarBasado en el "Nuevo decálogo de un cuentista" de Andrés Neuman
El principio del cuento atrapa de inmediatamente la atención del lector, con esa descripción del entorno, del personaje narrador presentándose y refiriéndose a un segundo participante en la historia, pues, no aclara de quienes se tratan, por lo tanto, siembra la curiosidad a quien lo está leyendo por saber quienes son y qué sucederá con ellos. La descripción del entorno, los detalles del exterior y los pocos del interior como lo son: " la cortina violeta" y " de vez en cuando ella me mueve", dan fuerza a lo que más adelante se darán por entendido dentro de la historia. El cuento no necesitó describir los suceso ampliamente, los detalles narrados dan una clara visión de las circunstancias presentes y pasadas que están alrededor de la historia. El uso de los adjetivos ayudan a recrear las imágenes descritas en el texto, si le quitáramos dichos adjetivos al cuento quedaría vacío. Aunque, la historia es narrada desde un mismo punto, los hechos exteriores que se pueden imaginar a través de lo relatado son enriquecedores. En el asunto de los personajes, son descritos algunos aspectos de su personalidad y hechos que éstos realizan, también a partir de tales hechos se pueden inferir actitudes y personalidades. Por ejemplo: "el buen Carlos" fue descrito en algunas oraciones que indirectamente nos dicen sus características, no físicas, sino sociales y de conducta, por ejemplo: "le va a comprar un regalo caro, él siempre hace eso después de hacerla llorar.<>. Estos puntos aclaran la relación entre los personajes, se aborda únicamente la información que le interesa al momento o suceso narrado. Las oraciones pronunciadas entre los personajes, de quienes se habla, son cortos y aunque, no parecieran ser muy importantes, dan fuerza a lo que se está narrando y aclaran la situación principal que ocupa al cuento.
Escribe Andrés Neuman: "Las descripciones no son desvíos, sino atajos." Y en este cuento hay un claro ejemplo de ello. En la auto-descripción que hace el narrador, en este caso "Margarita", a primera vista no queda claro que es literalmente una margarita quien comienza a contar la historia, pero, se van dando pistas en la descripción: "aquí la espero siempre, justo en la ventana,". "Yo no sé lo que es tener pesadillas, no duermo. Sólo observo la habitación y de vez en cuando ella me mueve".Aquí da señales, que a medida que se vaya leyendo el cuento se entienden, pues a una flor hay que ponerla al sol, no mantenerla completamente en la sombra, y aunque parezca una explicación somera, creo que a esto se refiere o quiere dar a entender tal enunciado.Esto también se puede ver en: "Ahí viene con agua para mí, me va a decir que soy muy bonita y que he crecido muy bien,".
En lo personal, descubrir que la florecita es quien narra la historia me sorprendió mucho, pues no lo imaginaba, al releerlo me fui dando cuenta de todo lo aquí mencionado. Y esa manera de dejar al lector a la expectativa es la que más se disfruta mientras se lee, por descubrir de quien o que se trata y que pasará.
El final del cuento hubiera sido bien entendido si éste solo hubiese terminado en :"Las tomó todas y las tragó", o bien al punto siguiente de esta oración, pues se sobreentiende lo que sucederá. No obstante, la línea final es un complemento que se agradece a quien escribió este cuento.