El primer día de clases en la nueva escuela no
siempre suele ser el mejor, y llegar tarde no ayuda en mucho. No encontré un
asiento sino atrás, en una esquina de la
pared de mi nuevo salón. La profesora fue muy condescendiente conmigo (era cuarto grado de primaria llegar a las 7,
¡imposible!, así que, llegué media hora después). Me siento en mi
pupitre y escucho vagamente la clase de la profesora: matemáticas. Mi mente se
concentra en una idea fija: ser como mi papá, es una gran empresario (por
cierto soy judío), lo admiro por su constante esfuerzo de ser el mejor; casi no
le veo…pero, quiero ser como él… -- ¿Me prestas sacapuntas por favor?—alguien
interrumpe mis reflexiones… el niño de mi lado derecho me interroga amablemente
con aquella sonrisa que nunca he de olvidar…--¡Por supuesto que no!—le contesto (mi papá me ha enseñado que cada quien tiene lo suyo). La respuesta de mi
compañero me desconcierta, se voltea con la misma expresión en el rostro e
intenta con su compañero de enfrente, quien sí le presta el sacapuntas y le
sonríe. Suena la campana del recreo, ¡genial!, después de dos horas de
aburrimiento en clase. Me aparto de mis
compañeros de salón, y exploro mi nueva escuela (de gobierno), no entiendo por
qué mi padre no me envió a un colegio de paga (no tiene tanto que nos mudamos a
México); sin juzgar la escuela diré que es muy limpia, espaciosa y bien
estructurada. El patio de recreo tiene varias canchas y juegos…de repente, no
sé cómo vengo a quedar tan cerca de un grupito de compañeros del salón, quienes
están jugando con trompos; observo el juego, me parece entretenido. Quisiera
intentarlo, pero no tengo trompo. Nunca he tenido amigos, no es algo que me
interese, la única amistad que tengo es la de mi golden retriver: Dan,
¡lástima que está en casa!--¿Quieres jugar?—de nuevo esa voz alegre interrumpe
mis reflexiones. --¡No, gracias!, no
tengo uno de esos. --Yo te presto el mío— dijo él. Mi asombro crece aun más, ¿por qué ese niño se
comportaba de forma tan amable y alegre? , yo no le había prestado el dichoso
sacapuntas, sin embargo, durante la clase él volteo de forma ocasional para
sonreírme y ahora me quiere prestar su trompo. Podía decirle sí (lo cual era lo
que más anhelaba, no importando que su trompo estuviera algo maltratado) o un
rotundo no, total, ya estaba
acostumbrado a ser el niño solitario y reservado, de manera que con ese no quitaba de su rostro aquella sonrisa
que comenzaba a exasperarme. Todo esto paso tan rápido en mi pensamiento como
las carreras que Dan da alrededor del enorme patio de casa.
--Sí—respondí mecánicamente. Ese día pasaron dos
cosas muy importantes: la primera, jugar con otros niños de mi edad y la
segunda, conocer a mi mejor amigo.
Los últimos
días, después de clase nos íbamos a tomar un helado o explorábamos junto con Dan lo que nosotros
llamábamos “la selva aventurosa”. El cálido verano (mi estación favorita) se fue
pronto, entre risas, salidas al parque para jugar o andar en bicicleta con
mis amigos. Nunca me aburrí un instante con él.
La separación fue muy triste, debido al trabajo de
mi padre, fue la primera vez que la noticia me tomaba de sorpresa (esperaba por
lo menos estar en esta ciudad más tiempo que en las otras)…no nos dijimos
adiós, fue un hasta luego. Ambos sabemos que nos veremos pronto. Mientras tanto
sabré aprovechar la vida que tengo, para
servir a aquel que me salvó...sí, todo eso me enseñó mi amigo.
Según Horacio Quiroga en su Decálogo del perfecto cuentista:
ResponderEliminar-Tienes que creer en alguien que admiras, en tu maestro, y en su arte como algo inalcanzable e imposible de “domar”. Pero como no tengo idea de quién es el autor o persona que admiras, entonces no puedo tomarlo como base para poder decir cuáles son sus influencias sobre ti.
-Desarrollar tu propia personalidad es un camino muy largo y lento, así que hay que tener paciencia. Creo que tu cuento lo demuestra un poco. Hay que tener paciencia para poder formar un estilo propio con una personalidad inconfundible, para lo que también hay que tener esa fe en tus propias palabras. Así que tienes que desarrollar eso que te haga única mientras sigas creyendo en tus creaciones.
-Algunos otros autores también han dicho que mucho antes de comenzar a escribir algo tienes que conocer el final, y así, de alguna manera darle al lector ciertas pistas que lo hagan confundirse pero al mismo tiempo abrir la mente para esperar algo dentro del texto. Creo que ese punto fue algo faltante en este caso. Así que me permito decir que te hizo falta un poco de eso.
-En el punto séptimo del decálogo se menciona algo muy importante, “no abuses del lector”, lleva a tu personaje a donde lo tienes que llevar, sin vacaciones o descansos. Yo creo que a tu personaje le hizo falta algo de eso, además de que creo que abusaste del lector al darle un poco mas de libertad del límite establecido.
-Y por último, se necesita algo más de profundidad en la narración. Profundidad que podría conseguirse al no escribir para alguien o algo en especifico, como dice Quiroga: “cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes...”
Otros detalles:
-Los signos de puntuación son algo que necesita un poco de trabajo
-Las palabras tienen que apoyarse unas a otras, y de esta manera poder atrapar al lector hasta el final
-El punto de máxima tensión de un cuento tiene que ser el punto de máxima tensión y resaltarse de todo lo demás. Realmente no logre identificar muy bien ese punto
-La concordancia con el contexto del que se está hablando es uno de los puntos más importantes. No lo olvides
-Se supone que no puedo decirte si está bien o mal, por lo que tendré que resistirme y no decirte que me parecio muy genial lo del niño judío en México, el amigo y la manera en que me puso a pensar… lástima que no pueda decirlo.
Yo tendría unas preguntas diferentes, por ejemplo:
Eliminar¿Se siente realmente que un niño nos esta narrando la historia? A pesar de estar escrita en tiempo pasado, lo cual está bien cuidado, nos indica que son los recuerdos, pero el final, al menos a mí, me dice que no ha crecido: un niño esta a la merced de sus padres, un adulto podría buscar al amigo de la infancias sobre todo si no le perdió la pista.
¿Tu opinión acerca de los judíos se ve reflejada en el niño de tu cuento? Al no darle nombre a los personajes da la impresión de una metonimia: la parte por el todo. Y esa imagen que pintas en el niño la refuerzas con la idea del padre.
Ahora, tocando el tema del decálogo:
Quinto. Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.
Creo que manejas muy bien el lenguaje que regularmente utilizas, pero necesitas mejorar, observar tu entorno para conocer otros: cada individuo se apropia del lenguaje y lo utiliza como lo entiende y le agrada, a pesar de existir esa "convención" en la que todos entendemos algo similar con determinada palabra. Además, las palabras que se usan crean una identidad. Tenlo en mente.