Choque en la carretera Manglares – Los Almendros en
el kilómetro 24, hay tres muertos y un herido, ¡traigan una ambulancia rápido,
que se nos va!
-
Resiste linda, vas a estar bien.
¡Desfibrilador! 1, 2, 3 ¡Despejen!
¡Se nos va! ¡Se nos va!
-
Hija, Leonardo murió, ya no vendrá, aléjate
de la ventana y regresa a la cama.
-
Esta perdida, parece que su mente está
en otro lugar, enterarse que su novio y la familia de este murió le causo un
shock, pobre, no volverá a ser la misma.
¡Maldito sol! Que no me permite
quedarme en la cama, llevo días sin poder tener una noche tranquila, creo que
se debe a que regrese a casa de mis padres desde hace 6 meses, desde el día que
él me dejo, se fue sin decirme nada, se esfumo como el humo, vivíamos juntos
pero no quise quedarme en nuestra casa, todo me lo recordaba y amándolo tanto
me causaba daño, aunque no sirvió de mucho, porque esta habitación tiene la
misma decoración desde que tenía 16, las paredes azul rey y los póster de la
banda de rock que nos unió en uno de sus conciertos y que escuchábamos por
horas ¡que deprimente!
¿Dónde están las pantuflas? Oh, ahí
asomándose bajo la cama, me las pongo, doy un paso, me truenan las rodillas, no
sé qué les pasa desde hace meses están así, no puedo desplazarme rápido y es lo
que más odio, porque ahí en la esquina esta ese enorme espejo cubierto de
polvo, mi peor enemigo, no puedo mirarme en el, odio mi aspecto luzco más
delgada, pálida y demacrada que de costumbre y eso me repugna, escucho un
grito, mi madre, ya es hora de que baje a desayunar.
Un paso y otro más, me detuve
frente a la puerta de cristal, era una cocina clásica, cálida y con loseta
negro y blanco, empuje la puerta, ahí estaba ella, con su cabello sedoso y piel
de porcelana, tan perfecta y con una enorme sonrisa, claro a ella no la dejo mi
padre. Sobre la mesa un gran y humeante plato de avena, se ve tan desagradable,
el gesto de mi rostro lo demostró, mi madre lo noto dio media vuelta y salió de
ahí, herida, pero desde hace meses toda la comida había perdido su encanto para
mi, creo que es la razón por la que estoy tan flaca, solo mordisqueo un pan y
cuchareo la avena, no puedo creer que esta sea mi última comida, pero que mas
da no la extrañare. Me levanto de la mesa, me retiro a mi habitación, tomo unos
pantalones, botas y mi camiseta favorita. Hoy es el día. Le pediré el auto a mi
padre, daré un paseo e iré al sitio que elegí, no sé cómo despedirme de ellos,
nunca lo pensé, supongo que con un simple adiós, vuelvo a bajar las escaleras
con rapidez ¡auch! ¡Mis rodillas! Ya era hora de que pasara algo así, cojeo
hasta la sala y ahí están los dos, en sus respectivos sillones viendo el
noticiero, los observo por un rato y pienso que así quería llegar a estar un día
con Leonardo, me acerco y pido el auto, mi padre accede con una sonrisa en el
rostro supongo que feliz de que vuelva a salir después de tanto tiempo, le beso
la frente como despedida, al ver a mi madre la melancolía me invadió, la beso y
abrazo, y con la voz quebrada digo adiós, doy media vuelta y salgo corriendo,
dentro del auto seco mis lagrimas, tomo la llave y lo pongo en marcha, doy
vuelta a la esquina y tomo el camino de la arboleda paso por mi antigua casa
y me pregunto si habrá recibido la carta que le envié a casa de sus padres o
los correos electrónicos diciéndole el día, lugar y hora en que me quitaría la
vida y que él y su regreso son la única razón de no perderla.
Pasan los 20 minutos del recorrido,
llego al sitio, mi sitio, siempre me gusto, era un campo de esmeralda con el
aliento de las rosas por todo el lugar, me encantaba era el lugar perfecto para
leer y despejar la mente, ahora sería el lugar donde dejaría mi mente para
siempre.
Camino hacia el borde del campo,
respiro, y me digo a mi misma; no va a venir porque no me amo, me ama o amara,
no le importo y aunque sabe que es mi última esperanza no lo tomara en cuenta, seré
un capitulo terminado en su vida, un fantasma en su recuerdo de las largas
caminatas, locas carcajadas y el helado de vainilla. Veo el reloj, ya es hora,
giro la cabeza y no hay señales de alguien, agacho la mirada y esta mi final,
se me escapa una lagrima al ver cientos de piedras como navajas esperándome,
solo dejo que el viento roce mi piel y mueva mi cabello, respiro ese aroma de
rosas por última vez. El clima esta perfecto, con viento, nublado y con
posibilidad de lluvia, que bonito día para acabar todo. Suena la alarma del
reloj que llevo en la muñeca izquierda, es hora, cierro los ojos y doy el paso
final, estoy a punto de caer, alguien me sostiene del brazo, ¿será él?
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