El sabor de sus labios seguía intacto en su piel, aquella que buscaba el calor de ser querida entre sus cobijas y se entrelazaban sus propias manos para no extrañar lo perdido. El frío provocaba cierta coloración en su cara, un rojo incandescente adornaba la pequeña nariz y la tonalidad de sus mejillas se volvían rosas; los ojos cansados tenían miedo de rozarse, el miedo se profundizaba a la hora de dormir y todos los recuerdos se levantaban atormentado el silencio de la noche, lagrimas gordas brotan encontrando a su paso la curvatura de la boca. Ya no sabía qué era lo que le aterrizaba más el sentimiento que no cesaba o el acto que culmino todo. Se encontraba desecha y su refugio inmediato fue recurrir al alcohol dejando que sus emociones se gastaran en cigarrillos con la poca cordura que le quedaba llevándola al último rincón de soledad que no había tocado aun. Sus fantasmas llegaron a tocar de nuevo la puerta, estos amenazan con no irse; llegan como olas que golpean con todas sus fuerzas la arena dorada del malecón, donde se derrumban sus más grandes fobias; la voz paterna resuena en sus oídos y se encuentra, de pie, descalza, tropezándose, la presión sube, su respiración se agita y en su mirada solo hay una cosa, el rostro del verdugo suplicando perdón. ¿Lo perdonaría?
Y volvemos al inicio, al túnel de recuerdos que atemoriza el sueño manteniendo despierta, buscando en la almohada la boca que tanto desea besar, el cuerpo con el que alguna vez durmió a su lado, entre los brazos, cerca del latido, ese sonido que se convertía en la perfecta canción de cuna donde alguna vez la palabra amor se hizo evidente. Pero ahora todo parece mentira, lo dicho se quedo pendiendo de un hilo en el aire, que esta pronto a desmoronarse. La traición era lo que carcomía su piel y cada parte de su corazón se quebraba al imaginar la escena que no vio pero que sintió como si lo hubiera estado viendo más de mil veces en cámara lenta. Se trataba de convencer de que era el turno de ella, ya había vivido la situación precaria como hija y como hermana, era seguro que le debía pasar, era momento de emprender lo aprendido, tenía que hacerse lucir ante la situación, el ejemplo tenaz de la madre, la falta de cariño, ese golpe silencioso que dejaba marca en el corazón y en lo más oscuro del alma, le había hecho creer que el error de padre y el error del hermano, la podría hacer soportarlo; lo aseguraba por antemano ,iba a suceder, ese presentimiento siempre lo tenía, en cualquier relación con un hombre pero para su suerte no llego en ninguna de sus relaciones pasadas, no los amaba, todos tenían el mismo patrón del padre y solo quería hacerse sentir igual que hace más de diez años cuando vivían juntos.
Al conocerlo, ella jamás había notado sus ojos, eran desconocidos, extraños que solo compartían un lugar más en el mundo y solo habían cruzado algunas cortas palabras. Hasta que un día se detuvieron y posaron bruscamente sus ojos perdiéndose en el reflejo de la alma vieja que se había encontrado, en la sensación de la piel que se encontraba acariciada por las manos obsesionadas por las pequeñas manos de ellas y aquella boca que se había robado un beso y una sonrisa de ella, que hoy busca volver a sentir esa explosión, ese paro que dio su corazón la primera vez que dijo “Te amo”, que se encuentra bañado de lagrimas y de recuerdos que mueren lentamente.
Por tácito acuerdo, no se intercambiaban palabras, no se perdían en sus ojos, esas cálidas sonrisas ya no mas salían y cada vez que sentía su presencia cerca, su sentimiento se desbordaba, su corazón se hacía añicos; su atractivo no cambiaba, todo lo que había gustado seguía ahí, todo lo que ella se había prometido parecía romperse y no tener sentido, todo su pensamiento se contradecía, toda su vida al verlo cambiaba el rumbo y de lo único que podía estar segura, era el amor que ella siente y había dado, de todo lo demás, no tenía certeza ya.
Y una vez más el frío recorría su piel, incapaz de sentir el calor humano que tanto buscaba y se perdía entre su cobijas, queriendo despertar de todo lo que parecía un sueño.
Se encontraron a solas, en unos de los corredores, se miraron directo a la profundidad de los ojos, le hubiera sido muy fácil huir pero ya se había escondido por mucho tiempo; intercambiaron muy pocas palabras, con trabajo se veían, su distancia corporal se había alargado y mientras su salida se abría, él le pidió un momento para que lo acompañase al piso de arriba, era algo notorio, había algo, algo que no se podía negar, ¿pero que era? Se detuvieron un momento para observar extraño e inútil objeto y continuaron con su paso. Y de manera abrupta, rompió con la barrera de la distancia, del silencio y el de las miradas, la tomo entre sus brazos y acomodándola sobre la pared, la beso con cierta violencia. Se sostuvieron de sus narices, recobrando el aliento, mirándose infinitamente. Su amor seguía ahí.
Por Aymeé García
De a cuerdo al “manual del perfecto cuentista” de Horacio Quiroga:
ResponderEliminarEl presente cuento, al inicio despierta el interés en el lector, ya que produce la intriga de ¿qué fue lo que pasó? ¿Por qué está así? ¿Qué hombre le hizo eso? Y atrapa la atención de quien lo lee. Desde un comienzo se puede intuir a dónde quiere llegar el cuento, sin embargo, en el trayecto se pierde el hilo de la historia, que se debe a distintos situaciones.
Cambia de tiempo, al iniciar el relato parece ser que está hablando en pretérito, pero luego, en una frase relata en presente: “todo su pensamiento se contradecía, toda su vida al verlo cambiaba el rumbo y de lo único que podía estar segura, era el amor que ella siente...” Lo cual produce un pierde en la continuidad del tema. Por otro lado, comete algunas redundancias como la palabra miedo, la frase “alguna vez” y el verbo encontrar, aunque conjugado en diferentes tiempos. La fluidez del cuento se ve fraccionado por la confusión que produce el tipo de narrador, pues al principio pareciera que se trata del narrador omnisciente porque conoce sus emociones y sus actos, pero al terminar ese párrafo, concluye con una pregunta “¿lo perdonaría?” entonces ya no es posible que sea éste narrador, puesto que ya no sabe si lo perdonó o no y luego al continuar con el siguiente párrafo, inicia hablando en segunda persona, “Y volvemos al inicio” por lo que es posible pensar en un narrador personaje, sin embargo, al continuar con la lectura se descarta tal opción.
Durante el relato, advertí que hacen faltan acentos en algunas palabras, regularmente las que son de tiempo pretérito: “tomo- tomó, llego- llegó, quedo- quedó, etc.” Y el resto son por ortografía “, lagrimas- lágrimas, estos- éstos, etc.” Por otra parte, hay ocasiones en las que le hizo falta agregar a las palabras el artículo final, es decir, determinar la palabra: “manteniendo despierta- manteniéndola despierta, se trataba de convencer de que era el turno de ella- se trataba de convencerlo/la de que era el turno de ella (por la redacción es impreciso determinar si se trata de la protagonista o del hombre del que relata la historia), etc.”
También, la redacción del cuento es ambigua, puesto que hay oraciones que no es posible comprender con facilidad o simplemente no se entienden que es lo que quiere decir la historia, por citar un ejemplo: “Se detuvieron un momento para observar extraño e inútil objeto y continuaron con su paso”. Además, deja muchos cavos sueltos que, si bien, le permiten al lector imaginarse los hechos ocurridos pueden causar un pierde en la historia y confusión a quien lo está leyendo.
Por último, debo hacer mención de la forma tan bella que tuvo la autora para evocar a sentimientos o situaciones que le sucedían a la protagonista, el lenguaje tan metafórico y poético que emplea y que embellece mucho el relato, cosa que siempre he admirado, puesto que convierten lo más simple en algo tan ejemplar e interesante.
Tienes que considerar que el estilo también gira en torno a cómo se manejan las focalizaciones, o "cambios de voz en la narración".
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