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13 febrero 2013

Recordando a María.


Iba camino a casa, me moría de ganas de ver a mi hija María, sentía como si no la hubiera visto desde hace años después de haberme ido por 2 meses fuera de la ciudad. Caminando por la calle , mi ojo izquierdo capto algo diminuto en movimiento, y al prestar atención pude ver que era un caracol subiendo unas escaleras, recordé que María amaba los caracoles, siempre tenía que cuidarla porque si llegaba a encontrar uno, le encantaba metérselos a la boca, como batallábamos su madre y yo para que dejara de hacerlo, bastaba con que la dejáramos sola 5 segundos para que ya tuviera otra cosa en la boca que no fuera comestible, cuando recordaba eso, sentí un aleteo sobre mi cabeza haciendo sombra en el suelo, y vi que era un pájaro de un amarillo sorprendente cantando mientras pasaba y eso me hizo recordar que le gustaba pretender también que los animales e insectos podían comunicarse con ella y que me dijo, “también lo pueden hacer contigo papi”, y me rogaba que platicara con ellos todo el tiempo, tenía que admitir que a veces se me dificultaba inventar un tema de conversación cuando le hablaba al perro o al abeja que acababa de pasar, pero ella me creía y se reía desbordando felicidad cada vez.
Apresure el paso para llegar cuanto antes, y pude ver que en la casa cruzando la calle tenía un bonito jardín con muchas flores y de colores brillantes, me acerque para admirarlas un poco más, me moría de ganas de arrancar unas cuantas para llevárselas, pero no quería arriesgarme a que el dueño me viera de nuevo, pero por  lo menos las quería oler, me acerque para hacerlo con la más grande cuando de repente salió una mariposa hermosa de ella, era la mariposa más bella que había visto nunca, y en eso recordé que el cuarto de mi hija estaba repleto de ellas, de todos los colores, tipos y tamaños  y a veces por esa razón su madre la llamaba “mi pequeña mariposita”, recuerdo cuando las pinte en las paredes de su cuarto y como me indicaba de qué color quería que fuera la siguiente y como cambiaba de opinión cada vez; la mariposa revoloteo sobre mi cara y elevo su altura hasta que ya no pude verla por la luz del sol.
Ya no caminaba, estaba casi corriendo por la emoción de verla de nuevo, iba tan distraído que casi caigo de la banqueta a un charco gigante, alcance a sostenerme de un poste, y pude ver mi reflejo en el agua mientras agradecía no a ver caído en ella y en eso recordé de como en una noche de mayo, después de ver llover sentados en el porche, María y yo nos pusimos a buscar charcos en el pavimento y ella decía que el que encontrara el charco más grande ganaría, y le pregunte qué era lo que ganaríamos, y sin contestarme corrió a buscarlo, a ella no le importaba ganar algo solo le gustaba hacerlo, cuando ella encontró el mas grande vimos como las nubes y nuestros rostros se reflejaba en él y como ella dijo que teníamos los ojos del mismo color, pero que los míos eran más bonitos y yo le dije que eso era mentira, y que los ojos de ella solo los tenían las princesas, y me pregunto qué de que eran los míos, y mientras pensaba en la respuesta ella me dijo que eran los ojos de un príncipe; recuerdo que después de eso dijo que necesitábamos un castillo y señalo al árbol de enfrente y dijo que la única manera de llegar a él era caminando sobre el charco, corrimos haciendo saltar muchas gotas y cuando llegue al árbol note que ella no se hallaba a mi lado y vi que seguía parada en el charco viendo sus pies y cuando me acerque a ver qué era lo que pasaba, me dijo “mira papi parece que estoy caminando sobre el cielo” mientras veía el reflejo.
Seguía sostenido del poste cuando empecé a notar que ya estaba  empezando a atardecer, salte el charco y corrí a toda velocidad, me acorde de un camino que me llevaría más rápido, tenía que pasar por un pasillo muy largo pero llegaría en menos tiempo. Mientras corría, escuche como los grillos cantaban y como el eco hacia parecer que había millones de ellos, y recordé cuando María me despertó en medio de la noche una vez diciéndome que los grillos le pedían ayuda allá fuera y que querían que la princesa fuera con el príncipe, solo por hacerla feliz salí con ella al patio a buscar grillos, nunca pudimos encontrar ninguno aunque los escuchábamos y termine llevando a María rendida en brazos a su cama.
Terminando el pasillo vi que en la esquina había una farmacia y recordé como después de que cazamos grillos se enfermó y tuve que ir por sus medicamentos; seguí corriendo, y pase por la tienda de juguetes favorita de María, y recordé como una de las muñecas era idéntica a mi hija, y que se la compre pensando que eso la haría sentir mejor, y que le explicaría que tenía los mismo ojos de princesa que ella y recordé que cuando llegue la vi dormida en su cama sin color los labios y que coloque la muñeca a su lado.
Por fin estaba a nada de llegar a María cuando tan rápido como un parpadeo recordé todo de golpe, recordé el porque me había ido por 2 meses, el porque me moría de ganas de verla y sentía como si no la hubiera visto en años y parado enfrente de la casa por fin, di la vuelta y agarre el primer camión que se me atravesó fuera de la ciudad.

1 comentario:

  1. Comenzaremos por el final, dice Quiroga en el Manual del perfecto cuentista: "Me he convencido de que, del mismo modo que en el soneto, el cuento empieza por el fin". El cuento empieza donde termina y eso me gustó, pero también me di cuenta que repites mucho la "y" por ejemplo donde dices: Terminando el pasillo vi que en la esquina había una farmacia y recordé como después de que cazamos grillos se enfermó y... el resto del párrafo, además podrías hacer uso de algunos sinónimos para evitar repeticiones como: recordé. Ésto lo mejoraría.
    , además

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