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09 abril 2013

El intruso que la ama, esa zorra que lo ignora y el perro que la lastima.


El intruso que la ama, esa  zorra que lo ignora y  el perro que la lastima.

Ha vuelto otra vez,  lo sabes, vas  y le abres la puerta, no sé por qué lo hace si nuca lo dejaras pasar, y sé que después le cerraras la puerta de forma grosera.

Te dice que te vayas con él,  que  te  va cuidar, que te  dará todo como le sea posible y añade el “más”, una y mil promesas musitan sus labios, sonríes entristecida porque sabes que no miente y aunque  que es cierto  al final lo rechazaras. Ladeas la cabeza en negación  

Desesperado  e impotente por tu respuesta te atrapa y te  estrecha en su pecho, te rodea con los brazos, acaricia todo tu ser, no quiere soltarte, tú te  estremeces ante su toque, aun así lo  aceptas cuando  abraza tus etéreos labios con los suyos. Pero  al final haces lo de siempre, lo rechaza con un sutil alejo de tu cuerpo.
Cierras la puerta, siempre lo haces, y el siempre volverá, con la ensoñación esperanzada de que  al fin  seas suya. Miras la puerta unos segundos, y enseguida te dejas caer al suelo, sueltas el llanto, y  sollozas.

 Me duele  ver como aquél  rostro enrojece de dolor, como cada lágrima punza sus mejillas, y la hacen soltar las penas de su alma por lo que nunca tendrá. Quisiera consolarla,  ir abrazarla y decirle .Calla, todo estará bien  pero no puedo, no  tengo pies,  ni manos,  tengo boca  pero ésta nunca hablara, y si lo hace terminaría lastimándola. Ojala nunca me encuentre.

Pasan dos o tres horas, te has quedado dormida a la sombra de la puerta, tiemblas de frío por el ligero viento que se abre paso por el pequeño hueco bajo la puerta. Te levantas asustada, cuando empiezan a tocar la puerta  de forma brusca ¿Sabes quién es? Sí, yo también. Es ese extraño- Te acomodas el cabello y la ropa, esperando que no se dé cuenta de lo mal que luce tu figura humana,  Tratas que tu rostro esté sonriente o por lo menos satisfecho, no es que le importe como te veas, es que no le agrada le que  hagas malas caras. Lo sé, apúrate a fingir. La última vez nada más por haber fruncido el ceño por algo que no estabas de acuerdo, te aventó la taza de café hirviendo. Sí,  recuerdo cuando volviste del hospital, llegaste con  tus brazos y manos vendadas, y a ti llorando de dolor, pero dentro de tu alma, ya que en ese momento él estaba presente.

Abres la puerta, lo dejas pasar.   A este extraño sí lo dejas que penetre en tu hogar. ¿Por qué lo has hecho? Si estábamos tan tranquilos. Se han terminado aquellas glorioso cuatro semanas de no saber ni pizca de su esencia. Se acabó, él acallara con su voz la dulce melodía que nos había traído el silencio.

Tira el primer golpe. Caes al suelo, te grita, te patea, te insulta. Ha, que gracioso te ha llamado “zorra” estoy de acuerdo. Eres una zorra, toda una zorra.  Sí, como aquel  escurridizo animal. No es que seas astuta,  ni ágil, tampoco hermosa; perdiste tu belleza cuando te entregaste a esa basura. Como una zorra te has quedado a su lado, le has sido inútilmente fiel. Siendo un zorro te equivocaste de pareja, y cometiste una falta a la naturaleza, te casaste con un perro, los perros no son fieles amantes, están siempre al asecho de una nueva hembra. Los zorros  en cambio, tu deberías saberlo siendo una zorra, siempre están al asecho, pero al asecho por  la dueña o el dueño  de su querer, buscando cada día, cada momento  sea día y noche como complacer al dueños de sus  ojos. Buscando la felicidad de su amado hasta que llega el ultimo soplo  de su esencia.

Impotente, desde abajo del sillón veo cómo te jala de los cabello, y tú te agarras de ellos intentando aminorar el dolor, mientras él te lleva a arrastras  a la habitación.  Zaz, azota la puerta. Te escuchó gemir, sé que te duele, es dolor lo que vibra  en esas paredes, ¿te estará golpeando o violando o acaso las dos? No lo sé,  prefiero no saberlo.

No sé nada de ti hasta el día siguiente, cuando ese desconocido ya se ha marchado. Tú sales del cuarto vestida con una bata azul. Te sientas cercas de mí. Una vez más lloras ¿Qué carajo haces? yo te he de querer como a nadie en este mundo, pero eres una idiota por hacer  de tu vida un cliché de película. ¡Por favor!, ¡deja de ser una zorra!

Tu pie herido y descalzo me ha rozado. Te agachas para ver al intruso que no es intruso. ¡Oh no, me has encontrado! Tus pequeñas manos me sostienen, siento  el titiritar de tu cuerpo atreves de  ellas. Me alzas enfrente de tu  rostro. Es la primera vez que te veo así de cercas, lamento que sea en estas condiciones. De hecho lamento que me hayas conocido.

Apegas tus labios a mi boca, me devoras  con ellos. Haces que los  regalos del mar caigan goteando sobre mí ser. Perdóname, no quiero hacerlo, pero si es la única manera en que te puedo ayudar:- ¡Aprieta el gatillo!-

3 comentarios:

  1. Yasmin, es magnifico, tu lenguaje poético, es sensacional.

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  2. Tuve que leerlo porque me llamó y me llamó porque quise leerlo; la cadencia de tus letras es magnifica, excelente cierre.

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