Cuauhtémoc
en llantas
Brum,
brummm, bruuuummmm ¿cuántos autos pueden pasar al día? bruummm ¿cuánta prisa
tienen estos humanos? brummm, no los entiendo. Llevo aquí muchos años y no he
visto nada que valga la pena por tanta prontitud ni el calor que en ocasiones
golpea con gran severidad puede ser la escusa perfecta para tanto caos en la Av.
Paseo de los Héroes. Las personas pasan de un lado a otro, sus aspectos
cansados y con rostros estresados me hacen sentir que todo ha cambiado,
¿ganamos la guerra? no lo creo, si el imperio poderoso que encabezaba hubiese
ganado jamás los habría dejado tener la vida que ahora poseen ni mucho menos
les permitiría vestirse como ahora están ni utilizar esos objetos que hacen un
sonido de jaguar, creo que les llaman automóviles, por eso están gordos, gordos
y feos. Se ha perdido todo sentido a la vida y yo aquí, sin moverme, inerte,
haciendo sombra a los conductores que, desequilibrados mentalmente, se logran
pasar algún semáforo en rojo entre una oleada de recuerdos de su madre ¿de
quién es obra todo esto? quizá fueron esos españoles de kuitlatl ¡pero qué desastre con esta nueva era! mujeres que parecen
hombres y masculinos que parecen hembritas, todo está patas arriba ya ni se
acuerdan de agradecerle a los dioses las riquezas de la vida ni a la naturaleza
por sus dotes dados, ojalá y no se entere mi dios Quetzalcóatl que vergüenza me
daría decirle —mi señor, he perdido la guerra y han hecho de tu tierra un lugar
de perdición— y todavía, después de eso, explicarle que son unos “desmadrados”
han olvidado toda raíz con nuestra cultura ¿qué clase de nantli los educó? seguramente una blanca de ojos azules y de olor
repugnante, llena de enfermedades, ha de haber sido una jispantekatl ¿por qué les permitiste procrear diosa Xochiquetzal?
Simplemente vinieron a contaminar la especie.
Brummmm
ahí van de nuevo, dan vueltas y vueltas
por mi glorieta, como aves de rapiña, muchos ya ni me voltean a ver, yo, Cuauhtémoc,
tlatoani del último imperio Mexica
olvidado y pegado en medio de tantos carros que esparcen humo negro en la atmósfera.
Mis dominios dejaron de ser de este mundo, tan sólo me quedan aquellas aves del
cielo para contemplar con gran alegría el mundo de los animales, de la
naturaleza, ellas me hacen compañía, algunas reposan sobre mis hombros y cantan
en mi oído mensajes de amor, como el Quetzal hermoso de las selvas de mi
tierra, plum plum, pero ¿qué es esto? ¡Oh avecilla maldita! ¿Cómo te atreviste
traidora? yo hablando grandezas tuyas y vienes tú a pagarme con una “cagada” ¡largo
de aquí sinvergüenza! te aprovechas que ni siquiera puedo espantarte de mi
regazo. Seguramente me han maldecido los dioses por no haber ganado esa dichosa
guerra, hecho de metal y contemplando la miseria humana, decadente y efímera
¡qué desastre! ¡Qué verdadera tristeza!
Vuelvo
a despertar en el mismo sitio, los mismo paisajes, el mismo olor a humo ¡vaya!
hoy no hay tantos carros como otros días, ha de ser por la incesante lluvia que
dejó caer mi señor Tláloc ¡demonios! de nuevo mi cuerpo se cubre de manchas
verdes, esa bendita agua me las provoca, todo por el decadente metal del que
estoy hecho ¡de piedra me hubieran creado esos desdichados! para durar una
eternidad y verlos morir bajo los pies de su propia destrucción porque ellos
son sus únicos rivales, sus guerras son sus propias vidas, enfrentamientos que
día a día lidian con la realidad y la muerte será su liberación. Piiiii piiiiiiiii
piiiiiiiiiii ¡Pero qué rayos! ¿Qué es todo este alboroto? ¿Qué no estaba solo
en esta lluvia que invita a la reflexión? ¿Por qué esos salvajes conductores
hacen sonar sus claxon? ¿Y de dónde salieron tantos? A penas me pierdo en mi
inconsciencia y ya me encuentro rodeado de un gran número de hombres con feos rostros
pintados de rojo y negro ¿qué significarán? tal vez el dios Mictlantecuhtli ha
traído a sus ajachtli para sacarme de
este martirio y llevarme al descanso eterno ¡Ay no! no, no puede ser, son esos
hombres con cerebros de mono, al parecer han ganado los “Xoloitzcuintles” ¡por
qué dios Quetzalcóatl! ¿Por qué me maldices de esta forma? En el tiempo
prehispánico esos perros eran nuestra comida. Estos tipos corren, gritan como
pariendo a un chilpayatl y su música
infernal que retumba en mis adentros, un cuerpo hueco de cobre, sin corazón,
frío… ¡oye tú, ser inferior, qué te has creído para irte a parar en mis pies! ya
ni terminar mi poesía puedo, estos horribles parásitos chupa sangre en mis
tiempos los hubiera mandado matar por salir del orden social, si tan sólo
pudiera mover este makuauitl para
darles a todos en la cabezota y mandarlos con el dios del inframundo o mínimo para
acabar con mi vida.
Por
fin el ruido se dispersa brummm, vuelve el orden, otra vez los carros pasan a
gran velocidad bruuuuuumm, de nuevo el dios Tonatiuh ha salido y encandila la
avenida son sus rayos calientes, siguen pasando los autos, uno a uno, continúo
sin poder entender esa mentalidad humana del siglo veintiuno de hacer las cosas
repetitivamente. Bruuuummm, si veo a estos seres por el lado amable, tal vez
con todo lo que ahora poseen hubiera podido ganar la guerra… o ¿no?, qué
locura, estoy pensando como uno de ellos tan interesadamente egoísta, brummm, o
¿tal vez sí? Brummm, muchos objetos de acero con ruido infernal pasan frente a
mí, no se paran ni si quiera a saludar, me han dejado en un eterno olvido. Ya ha
pasado otro día más y sigo preguntándome ¿cuántos autos pueden pasar al día por
esta avenida?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario