Recuérdalo, por las dudas: todos los escritores inmortales se han muerto.
De Fernando
Aínsa, “Olvido confirmado”.
¿Qué
es lo que más desea una persona? No lo sé,
yo no soy exactamente eso, y si te preguntas quien soy, yo tengo la misma duda.
Nací en una escuela cuando un profesor dejo una tarea, en la que todos sus
alumnos crearon cosas majestuosas y un alumno poco respetado me creo a mí.
Cuando el profesor me vio puso cara
pensativa durante una eternidad y dándole una palmada en la espalda lo animo a
seguir esforzándose.
Al
llegar a la casa mi creador estaba tan furioso que con lágrimas y maldiciones
me hizo algunas modificaciones, es decir me golpeo y azoto, así que mis formas se modificaron. ¡Cuánto cambiaron las cosas! Si fue el día anterior cuando sus manos
se deslizaban sobre mi metálica silueta, con excitante fascinación y un tibio
cuidado. Su cara me anunciaba grandes cosas, sus ojos desorbitados casi no
pestañeaban al tocarme exaltado. Hoy tiene esos mismos ojos mientras me golpea.
¿Ya te cansaste? ¡Pues para! Eso es,
acuéstate. ¡No me mires de esa manera! Hasta pareciera que de nuevo te gusto ¡Estoy
indignada! ¿Cómo me pudiste tratar así? Si eres capaz de contemplarme extasiado, de haber gozado mi
creación ¿Qué importa lo que diga el señor rechoncho de la mañana?
Por
fin se durmió ¡Que gigantescas pestanas tiene! Que belleza le otorgan a sus
ojos, y sus cejas, uff! En mi vida había visto cejas tan tupidas! Bueno, tal
vez unas pocas semanas no sea mucha vida, pero…
pero que agradable es contemplarle.
Ya
casi sale el sol, tengo miedo, ¿Cuál será su sentir al abrir sus ojos para verme? No sé si tenga corazón,
pero se destrozaría si él vuelve a rechazarme.
Han
pasado ya cuatro anos. El ha hecho más creaciones, y de cada una, me pregunta
mi opinión, reímos mucho juntos, porque a veces le salen unas cosas muy chuscas. A mí me gusta verlo crear porque al
hacerlo pone un rostro encantador, como si su alma se expandiese y entonces me
lleno de celos, pero como él está contento, yo soy feliz. Mucho tiempo temí que llegaran, esas
creaciones, a ser más hermosas que yo,
pero tengo la certeza de que a ninguna ama más que a mí.
Se
acerca con un rostro desencajado diciendo “Es hora de madurar querida” pero
pronto sonríe, está especialmente guapo, pero debo decir que me gusta más como
luce sin esa cosa apretándole la garganta y ese suéter tan raro y cuadrado que
llama saco. Con el tiempo entendí que
madurar significa que ya casi no me vería.
Un
calamitoso día llevó a una intrusa a nuestra casa, era de belleza pasable, pero
era una intrusa, una intrusa que definitivamente yo no quería en mi casa. El no
me escuchó y al tiempo se casó con ella.
Casi
lloro cuando la boba puso su gabardina sobre mi “NO SOY PERCHERO” le grite humillada
-Ohh
mi cielo, no pongas eso ahí por favor-Dijo él, “Mi cielo” pfff,
yo no le veo lo azul, ni las nubes por ninguna parte.
La
boba lo hace feliz, pero cuando ella no está, veo en los ojos de él la frustración de haber abandonado su arte.
Las cosas en la casa han cambiado, parece que ésta creció, hay más cosas en
ella que la adornan. Siempre que mi creador llega trae ese hilo apretado en la
garganta.
Hoy
cuando llegó del trabajo, comenzó a llorar, de una manera que lastimo mi corazón, la boba llego pronto, lo
abrazó como me encantaría a mi hacerlo, él se refugió en su pecho, tras un
largo rato el llanto cesó, ella no paraba de acariciarlo, pronto se quedaron
dormidos.
La
boba, ya no me parece tan boba, su nombre es Ariadne, y fue capaz de detener el
llanto de El, así, se llama mi creador, y parece ser feliz con ella ¡ahh! ¡Está
bien! Mientras él este bien, cuidare también de Ariadne.
Han
pasado cuarenta años ya. El dolor empapa cara rincón de la casa, el llanto de
Ariadne se escucha hasta más allá del patio, y el mío… si mi llanto fuere
audible traspasaría la manzana.
Un
señor rechoncho nos visitó esta mañana, vio las creaciones de El y las elogio
grandemente, su feo rostro quedó embelesado al verme, ¡Hipócrita! Si fue quien
hace años me desprecio y por cuya culpa, El, se enojoó conmigo. Le pidió a
Ariadne llevarme con él, pese a mis pronósticos ella aceptó.
¿Son
mentirosos o tontos? ¿Cómo pueden decir que algo es feo para después llamarlo
divino?
Me
tienen en una habitación muy grande, con muchos como yo, pero nadie que me
iguale, hay muchas personas con copas en las manos, hablan de El, dicen muchas
cosas buenas ¿De qué le sirve ahora?
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