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27 mayo 2013

Un cuento plano.

Hace algún tiempo me parecía casi imposible escribir una historia corta, puesto que nunca sabía como aterrizar las ideas, entonces escribía y escribía escenas, acciones de los personajes que yo creía que enriquecerían el cuento, después me fui dando cuenta de que a veces algunas acciones quedan demás, porque a veces éstas hacen que se pierda el punto central y mucha información vuelve  la historia tediosa. Cuando leí nuevo dodecálogo de un cuentista de Neuman, me percaté de todo lo que le sobra a una posible buena historia. 

En Damían, el cuento que escribí para la primera actividad, fue una idea que obtuve al fin de varios días. Cuando me proponía a escribir no tenía en mente ninguna propuesta, esperaba a que las ideas se fueran acomodando a la par con la escritura; y es que la mayoría de lo que he escrito así lo he hecho. Cuando empiezo una historia nueva, no sé hacia donde se dirigirá y me había resultado muy bien, hasta hace tiempo. En el Decálogo del Perfecto cuentista  de Horacio Quiroga, menciona que no hay que empezar a escribir sin saber hacia donde se quiere llegar; punto que me hizo reflexionar mucho con lo que yo quería hacer de mis futuras historias y como había estado manejando las anteriores. Así que seguí ese consejo y cuando ya estaba la idea lo demás se iba revelando, hasta llegar a un punto crítico en la historia, de no saber como aterrizar el final, aunque ya tenía bien planteado cual era el desenlace, puesto que opté por que la estructura de la historia fuese circular, no sabía cuantas más acciones debía de incluir, si necesitaba describir más a los personajes. Al final, la personalidad de los personajes se reveló a través de sus acciones, por lo que me pareció innecesario adjetivarlos. Por otro lado está la duración de la historia, son años los que pasan y creo que cuando un cuento acumula tanto tiempo, debe de ser más fluido, irse más rápido, pero no por esto dejar de fuera elementos esenciales; y no es que Damían sea lento, al contrario, esos cambios bruscos de años hace que pierda dinamicidad, no deja percibir totalmente los cambios de niño a adulto o hasta su muerte. 
Un cuento que podría comparar, en cuanto a estructura,  es Bienvenido Bob de Onetti, dado que el inicio de esta historia nos habla del desenlace, tal como en Damían. 

Por otra parte, en Y se hizo la luz, es un cuento totalmente diferente al primero, aquél es un cuento corto, narrado desde la perspectiva morbosa y crítica de una lámpara. No pasan años ni días, es solamente el momento que se toma la lámpara para describir lo que ha visto frente a la puerta de un prostíbulo.  Intenté rescatar los puntos que me fallaron en el cuento anterior, como la extensión, los tediosos diálogos largos y tantas acciones; el lenguaje como en el anterior, es de igual manera muy sencillo, no obstante en este cuento me preocupé que las palabras que utilizaría más que sencillas fueran simples, no obstante en el principio del cuento esto no aplica.  Fue más complicado escribir esta segunda historia, dado que había lineamientos que seguir. 

Para finalizar, el conocimiento de la narrativa hispanoamericana ha extendido la visión que yo tenía de este género, puesto que ofrece estilos tan variados, por ejemplo, la novela Los Cachorros de Vargas Llosa,  que me parece una forma muy ingeniosa de contar una historia, ya que es muy ambiguo el narrador y está escrita como hacemos el uso cotidiano de la lengua.  Otro aspecto en el que me ha ayudado mucho de la narrativa, es en el manejo de los recursos literarios y el  mismo lenguaje; cómo se puede jugar con éste y con pocas palabras decir mucho.  El leer autores que hasta no hace mucho eran desconocidos para mí, o leer nuevas historias de autores ya poco conocidos, me hizo ver la posibilidad temática que hay para escribir,  y aunque eso es algo que de antemano se sabe aún así ayuda a salir del estancamiento y buscar nuevas propuestas para mi futura redacción. 

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