Al empezar este curso y saber que teníamos que
publicar nuestros cuentos, entré en pánico, yo siempre he escrito para mí, la
timidez me sigue y jamás he enseñado mi trabajo a alguien más, mucho menos quería
hacerlo al resto del mundo. El primero de mis cuentos surgió tras el recuerdo
de una película y la época en que estaba situada. Quise profundizar en el
personaje y evitar cualquier tipo de
escritura semejante al cuento de La princesa bizantina de Horacio Quiroga, no quería ese estilo, estaba
segura de ello.
Comencé escribiendo los cuentos por obligación, pero
es imposible dejar a un lado la creatividad una vez que tienes una idea precisa
de lo que quieres contar, y eso fue lo que terminó sucediéndome. Creo que ante el talento
de mis compañeros y la imaginación tan vivaz que muchos de ellos tienen, yo
decidí enfocarme más en los sentimientos y lo realista. Critiqué a Onetti después
de leer su cuento Bienvenido, Bob, y aprender más sobre su estilo tan deprimente de
escribir. Mi segundo cuento es el claro ejemplo de lo triste e irónico, es por
eso que no me quedo atrás y no tengo derecho de criticar al autor. En ambos
cuentos que escribí, la carga deprimente y melancólica es notoria.
Siento que debí tomar otros caminos al narrar, una vez
que se tiene una idea, es emocionante escribirla ya que se quiere transmitir
esa misma emoción a alguien más, mi problema era explicarla con detalle y
congruencia. En ese tipo de cosas creo que fallé y el curso me ayudó bastante a
identificarlas, una de las herramientas que más consulté fue el Nuevo dodecálogo de un cuentista. De ahí en fuera tengo claro como escribir (dependiendo
el tema), que atmosfera utilizar, el tipo de narrador que más me agrada y la manera en que hablo de mis personajes o
como los describo.
En lo personal, no creo que ninguno de mis textos se
asemejen a los del blog, tal vez coincidan con el estilo o el ambiente, pero no
puedo compararme con semejantes autores. Logré definir muchas cosas de mi forma
de escribir y también me ayudó a darme cuenta que no debo tener miedo de tomar
riesgos al hacerlo, sólo es cuestión de pulir mis textos y estar
segura del camino que quiero tomar al escribirlos. Sobre todo, quiero definir
mi estilo, aún queda un largo camino que recorrer y cosas por aprender que me ayudarán a mejorar. La
determinación y las ganas son lo que cuenta.
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