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27 mayo 2013

Primer parpadeo




Es seguro que mis dos cuentos Estío Bermellón y Nocturno cuerpo no fueron de los mejores escritos a comparación con los de mis compañeros, sin embargo en ellos comprobé mi mejora en la redacción, dado que la adjetivación y ligera metáfora evidente en los cuentos fue más adecuada y  estética, además el estilo de mi escritura comenzó a tomar forma: encontré el umbral de mi senda.

Si he de comparar   mis creaciones con alguna otra de un escritor reconocido lo hago con Trenzas de María Luisa Bombal, puesto que es en dicho cuento donde embonó mejor las mías. Primeramente porque su prosa no es meramente prosaica sino prosa poética lo cual, a mi parecer, aumenta su valor estético, su profundidad y relación con el lector (se introduce en las entrañas del alma para liberarla y perderla en la celosía nocturna). Enseguida se encuentra la extensión de los párrafos, que como los de Trenzas son estrechos a modo de verso (aun en su brevedad su contenido es inmenso, plasma con palabras precisas el arder de un lejano sol que muere en su reprimido pecho).

Sin cambiar mucho de tema queda hablar del impacto que tuvo en mí adentrarme a la literatura hispanoamericana. Ciertamente percaté  la muerte del modernismo y la manifestación del realismo mágico y lo real maravilloso corrientes literarias que me gustaron. Así mismo vislumbré nuevas formas de escribir, de introducir diálogos, escenas, etcétera. Pero también, a féminas que como yo se negaron y niegan a someterse ante el hombre. Ellas alimentaron mis ideales.

Por lo anterior no hace falta mencionar que como en literatura, en poesía hay cabida para la mujer. Entonces finalizo:   fue un diviso de mi senda, mas no la finitud de la misma; el espejo no alcanza a reflejar la totalidad del camino, ni la prolongación de mi sombra por los brazos del sol la abarcan.  

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