Es seguro
que mis dos cuentos Estío Bermellón y Nocturno cuerpo no fueron de los mejores
escritos a comparación con los de mis compañeros, sin embargo en ellos comprobé
mi mejora en la redacción, dado que la adjetivación y ligera metáfora evidente
en los cuentos fue más adecuada y
estética, además el estilo de mi escritura comenzó a tomar forma:
encontré el umbral de mi senda.
Si he de
comparar mis creaciones con alguna otra
de un escritor reconocido lo hago con Trenzas
de María Luisa Bombal, puesto que es en dicho cuento donde embonó mejor las
mías. Primeramente porque su prosa no es meramente prosaica sino prosa poética
lo cual, a mi parecer, aumenta su valor estético, su profundidad y relación con
el lector (se introduce en las entrañas del alma para liberarla y perderla en
la celosía nocturna). Enseguida se encuentra la extensión de los párrafos, que
como los de Trenzas son estrechos a
modo de verso (aun en su brevedad su contenido es inmenso, plasma con palabras
precisas el arder de un lejano sol que muere en su reprimido pecho).
Sin cambiar
mucho de tema queda hablar del impacto que tuvo en mí adentrarme a la
literatura hispanoamericana. Ciertamente percaté la muerte del modernismo y la manifestación
del realismo mágico y lo real maravilloso corrientes literarias que me
gustaron. Así mismo vislumbré nuevas formas de escribir, de introducir
diálogos, escenas, etcétera. Pero también, a féminas que como yo se negaron y
niegan a someterse ante el hombre. Ellas alimentaron mis ideales.
Por lo
anterior no hace falta mencionar que como en literatura, en poesía hay cabida
para la mujer. Entonces finalizo: fue un diviso de mi senda, mas no la finitud
de la misma; el espejo no alcanza a reflejar la totalidad del camino, ni la prolongación
de mi sombra por los brazos del sol la abarcan.
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