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08 febrero 2013

Trenzas de María Luisa Bombal

Porque día tras día los orgullosos humanos que ahora somos tendemos a desprendemos de nuestro limbo inicial, es que las mujeres no cuidan ni aprecian ya de sus trenzas.

Positivas, ignoran al desprenderse de éstas, ponen atajo a las mágicas corrientes que brotan del corazón mismo de la Tierra.

Porque la cabellera de la mujer arranca desde lo más profundo y misterioso: desde allí donde nace y tiembla la primera burbuja; que es desde allí que se desenvuelve, lucha y crece entre muchas y enmarañadas fuerzas, hasta la superficie de lo vegetal,del aire y hasta las frentes privilegiadas que ella eligiera.

¡Las oscuras y lustrosas trenzas de Isolde, princesa de Irlanda, no absorbieron acaso esa primera burbuja en tanto sus labios bebieran la primera gota de aquel filtro encantado!

¿No fue acaso a lo largo de esas trenzas que las raíces de aquel filtro escurriéronse veloces hacía su humano destino? Porque quién ha de dudar jamás de que cabellera alguna gozara de tal rumor de fuentes subterráneas, de un tal suspirar de brisas y de hojas. Rumor y suspirar que en esas noches suyas de amor y luna Tristán destrenzaba a fin de escuchar extasiado el canto lejano, persistente y secreto.... el canto natural de aquella cabellera.

Y sé, y debo decirlo, que hasta cuando Isolde dormía, su cabellera seguía alentando entreabierta, ya sea en la almohada del castillo de Tintajel, ya sea en los trigos del destierro..., y florecía de flores extrañas que ella arrancara atemorizada a cada amanecer.

Y las rubias trenzas de Melisanda, más largas que su mismo cuerpo delicado.

Trenzas que al inclinarse prudentes un atardecer de otoño, descolgáronse torreón abajo, sobre los hombros fuertes del propio hermano del rey..., su marido.

Melisanda, grita Pelleas espantado. Luego, estremecido y dejando por fin hablar su corazón... Melisanda, murmura..., tus trenzas, tus trenzas que al fin puedo tocar, besar, envolverme en ellas.

Por respuesta, sólo un suspiro desde lo alto del torreón. Las trenzas habían ya confesado sin saberlo esa -verdad tímida y ardiente, que su dueña llevaba tan bien escondida dentro de su corazón.

¡Y por qué no recordar ahora las trenzas de nuestra dulce María, de Jorge Isaacs! Trenzas segadas y envueltas en el delantal azul con que ella regara su pequeño rincón de jardín.

Trenzas picoteadas de mariposas secas y de recuerdos con las que Efraín durmiera bajo la almohada su larga noche de congoja.

Trenzas muertas, aunque testamento vivo que lo obligara a seguir viviendo, aunque más no fuera para recordarla.

La octava mujer de Barba Azul... ¿La habéis olvidado? Y de cómo su extravagante y severo marido al emprender inesperado viaje copiara a su traviesa esposa las llaves de acceso a todas las estancias de la suntuosa y vasta mansión, salvo prohibiéndole hacer uso de aquella diminuta y mohosa que llevara a la última pieza de un abandonado y desalfombrado corredor.

De más está explicar que durante esa bien venida ausencia marital, en medio de tanta diversión, amigas reidoras y airosos festejantes, el juego que más la intrigara y tentara, fuera el único juego prohibido. El de introducir en la correspondiente cerradura la misteriosa llavecilla de aquel íntimo cuarto abandonado.

Muy sabido es que tanto en las mujeres como en los gatos, la curiosidad siempre triunfó sobre toda otra pasión. Así, pues, cuando al regreso intempestivo de su amo y señor, la esposa desobediente hubo de hacerle temblorosa entrega del manojo de llaves, entre éstas, aunque maliciosamente disimulada, el temible caballero la descubrió no sólo mohosa..., sino además tinta en sangre.

-Vos, señora, me habéis traicionado -rugió-; no le queda otro destino que ir a reunirse con sus tristes amigas al final del corredor.

Dicho esto, desenvainó su espada...

¿Y a qué viene este cuento que conocemos desde nuestra más tierna infancia, se están preguntando ustedes? En nada tiene que ver con trenza alguna...

-¡Sí que la tiene! -respondo con fuerza-. No comprenden ustedes que no fue la pequeñísima tregua que el indignado marido concediera a su inconsciente esposa, a fin de que orara por última vez; ni tampoco fueran los ayes ni llamados que Ana aterrorizada lanzara desde la torre pidiendo auxilio, para su hermana.

Y ni siquiera el cabalgar desaforado y caprichoso que en esos momentos dos guerreros emprendían de visita hacia el castillo.

No, nada de todo aquello fue lo que la salvara.

Fueron sus trenzas y nada más que sus complicadamente peinadas en ciento y más sedosas y caprichosas culebras, las que cuando el implacable marido la echara brutalmente a sus pies, a fin de cumplir su cometido, las que frenaron y entrabaron sus dedos criminales, enrredándose a sí mismo en desesperada madeja a lo largo del filo de su espada, obstinándose en proteger esa nuca delicada hasta la irrupción providencial de los dos dichos guerreros, también hermanos muy queridos, previamente invitados por nuestra pobre curiosa.

Así, pues, no en vano durante dieciocho inocentes y alegres abriles, esa muchacha que fuera luego la insensata castellana y última mujer de Barba Azul, cepillara cantando ésa su cabellera, comunicándole vigor y hermosura.

"Era muy pálida, así como las mujeres que tienen la cabellera muy larga, describe Balzac a una de sus enigmáticas heroínas.

Y no era un capricho verbal.

Porque Balzac hubo sin duda alguna de intuir desde siempre esa correspondencia íntima que suele establecerse entre los seres y el hondo misterio de la Tierra.

Y aquí estoy para comprobar e ilustrar esa afición suya con el extraño acontecimiento presenciado y vivido no muchos años ha, por tantos de nosotros.

¡A qué dar nombres ni lugares! Quienes lo conocen, lo saben; los demás, bien pueden adivinarlos.

Dos hermanas.

Final de una larga, brillante, poderosa familia, aunque siempre acosada por escondidas pasiones, muertes inesperadas, suicidios.

La hermana mayor, marchita ya desde muy joven, recortase el pelo, vistió poncho de vicuña, y a pesar de las afligidas protestas de sus mundanos padres, retiróse al inmenso fundo del sur, que ella misma se dedicara a administrar con mano de hierro. Los campesinos refinados no tardaron en llamarla la Amazona. Era terca pero justa. Fea pero de porte atrayente y sonrisa generosa. Solterona... nadie sabe por que.

La menor, por el contrario, era viuda por su propia voluntad de mujer herida en el orgullo de su corazón. Era bella en extremo, aunque igualmente frágil de salud.

También ella vivía sola, pero en la antigua mansión de la familia en la ciudad. Tenía una voz suave, ojos castaños tranquilos, pero la trenza roja que apretaba en peinado alrededor de su pequeña cabeza, arrojaba violentos fulgores sobre su tez pálida.

Sí. era una mujer dulce y terrible. Se enamoraba y amaba perdidamente.

Todo empezó en el fundo esa noche de otoño, en la cual el guardabosque bajara a la hondonada gritando: "¡Incendio!"

Hacía rato, sin embargo, que con la frente pegada a los cristales de su ventana, la Amazona observaba intrigada, aquel precoz purpúreo amanecer, despuntando allá arriba, dentro de los cerros de la propiedad..., con su calma de siempre dio órdenes al personal de las casas, pidió su caballo y se encaminó hacia el incendio, en compañía de sus mayordomos.

Entretanto, en la ciudad, la hermana menor, de vuelta de un baile, yacía sobre la alfombra del salón, presa de un súbito desmayo.

Sus festejantes dos, sus servidores dormidos y ella por primera vez sumergida, abandonada en la sombra de los candelabros que hubiera empezado a apagar. Cual si mal cómplice, aquella ráfaga de viento helado, ahora soplando y estremeciendo los cortinajes de los altos balcones, entreabriéndolos para ir a instalarse sobre la frente, hombros y pechos descubiertos de la indefensa.

En el fundo del sur la Amazona y su séquito ascendían cuestas, adentrándose en el bosque y sus incendios. Otro soplo, éste ardiente y acre, barría en contra de ellos bandadas de hojas chamuscadas, de pájaros enceguecidos y de nidos inflamados.

Sabiéndose vencida de antemano. ¡Quién lograría y de qué manera retener la furia de esa llamarada!

La Amazona permanecía sentada en el tronco de un árbol muerto y caído ha muchos años, resignada estoicamente al espectáculo de la catástrofe, con la tétrica dignidad con que un magnate ultrajado asiste al saqueo y destrucción de sus bienes.

El bosque ardía sin ruido, y ante la Amazona impasible los árboles caían uno a uno silenciosamente y ella contemplaba como en sueño encenderse, enegrecerse y desmoronarse galería por galería las columnas silvestres de aquella catedral familiar..., pemitiéndose recordar, pensar y sufrir por primera vez...

Ese enorme avellano consumiéndose..., ¿no era bajo su avalancha de secos frutos que sus hermanos y niñeras se reunían para saborear el picnic codiciado?

Y tras aquel gigantesco tronco..., árbol cuyo nombre olvido, venía a esconderse después de sus fechorías..., y aquellas pobrecitas callampas temblorosas, que bajo el cedro arrancaran u hollaran sin piedad..., y aquel eucalipto del que se abrazara -jovencita- llorando estúpidamente al comprender y sentir la desilusión primera, esa pena que no confesó nunca, esa pena que la incitara a cortarse el pelo, convertirse en la Amazona y resolverse a no amar de amor nunca..., nunca...

Allá en la ciudad despuntaba el alba, sobre la alfombra del cuerpo inerte de la hermana -la que se atrevió siempre a amar-, hundiéndose por leves espasmos en aquello que llaman la muerte..., pero como nadie sabía, no se encontró a nadie que pudiera intervenir a tiempo para rescatar a esa roja trenza que persistía aún tras su loca noche de baile.

Y de pronto, allá abajo en el fundo, fue el derrumbe final, el éxodo de los valerosos caballos que volvían con el pelaje y crines erizados, salvando ellos a sus jinetes semiasfixiados.

Del manso bosque en ruinas empezaron a brotar enormes lenguas de humo, tantas y tan derechas como árboles se habían erguido en el mismo sitio.

Durante un breve instante, aquel fantasma de bosque osciló y vivió frente a su dueña y servidores que lloraban. Ella no.

Luego escombros, cenizas y silencio.

Cuando en la ciudad vinieron a cerrar los balcones y levantaron a la muy frágil para extenderla sobre el lecho, tratando vanamente de reanimarla, de abrigarla, ya era tarde.

El médico aseguró que había agonizado la noche entera.

Pero el bosque hubo de agonizar y morir junto con ella y su cabellera, cuyas raíces eran las mismas.

Las verdes enredaderas que se enroscan a los árboles, las dulces algas a sus rocas, son cabelleras desmadejadas, son la palabra, el venir y aletear de la naturaleza; son su alegría y melancolía, son su expresión por medio de la cual la naturaleza infiltra confusamente su magia y saber a los seres.

Y es por eso que las mujeres de ahora al desprenderse de sus trenzas han perdido su fuerza adivina y no tienen premoniciones ni goces absurdos ni poder magnético. Y sus sueños no son ahora sino una triste marca que trae y retrae imágenes cansadas o alguna que otra doméstica pesadilla.

16 comentarios:

  1. Me llamó la atención la presentación de los párrafos en este cuento –no muy largos- lo cual hace que la lectura sea rápida, pero no menos amena. Las oraciones cortas y la forma poética de describir lugares y personas crean bellas imágenes al lector. Pienso que este texto tiene la forma de un ensayo – escrito a la manera de un cuento-.

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  2. Esta narración resultó interesante. Bombal describe la feminidad de una forma distinta, adentrándose en el misticismo de la naturaleza. Crea un mundo de sueños y realidad en que el lector hace sus propias conclusiones. La historia está contada con referencias que hacen alusión a otras mujeres y sus desconcertantes episodios de amor o relación con los hombres. De esta forma la autora logra plasmar la personalidad contrastante de dos hermanas y sus diferentes reacciones ante hechos caóticos como la muerte.

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  3. El cuento habla en general del poder físico y mágico de la cabellera femenina, y su armonía con la naturaleza. Para mi en si este no es un cuento, es como la unión de un ensayo y una leyenda, ya que a su vez es un relato imaginario de la autora. Bombal describe los lugares más poéticamente, lo que ocasiona que pueda imaginar lo que ocurre en el cuento. Dice que los femeninos poseen una larga cabellera porque el cabello, como las enredaderas, las une a la naturaleza. Es ésta la razón de que el cabello siga creciendo aún después de morir, como una ofrenda aún más allá de todo. Trenzas propone una oposición de la mujer en dos posibles maneras: suave y frágil en oposición a la valerosa e independiente. La búsqueda del amor ha sumergido a la mujer en la triste y dramática soledad . También contrapone el terreno de la magia y del sueño de un mundo femenino con la crueldad de un cierto mundo masculino.
    Bombal decía: "La mujer no es más que una prolongación de la naturaleza, de todo lo cósmico y primordial.

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  4. El texto me parece un ensayo por todos los argumentos que menciona al extraer la importancia de las trenzas de cada historia a la que hace referencia. Me gusta la forma en la que entreteje a la mujer con la naturaleza para hacernos creer que las dos son una.

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  5. Esta escritora me encanto, el ritmo que maneja me parece muy afable.
    Respecto al cuento creo que maneja muy bien la realidad con la fantasia,
    relaciona un mundo femenino con la naturaleza como si fuesen un solo y lo hace de una manera muy tragica o ironica lo cual hace que me guste mas.
    Por el momento es todo, hare mas comentarios en clase supongo.

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  6. Al inicio el texto parece un ensayo(aunque utiliza un lenguaje poético) porque inicia argumentando sobre la cabellera de la mujer, cuando empieza a hablar de Isolde en adelante parece que lo utiliza como ejemplos, todo esto como si fuera una introducción a la historia que es la de las hermanas, que fue muy de mi agrado como mezcla la naturaleza con la figura de la mujer.

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  7. Se me hace interesante la estructura del cuento y como esta escritora Bombal crea esa armonía entre la naturaleza y la mujer y como utiliza referencias de otras mujeres describiéndolas de una forma bella.

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  8. La forma de escribir este cuento es poético, su lectura es ligera y agradable. Me llama a atención la relación de las trenzas con la naturaleza.

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  9. Me resulta formidable el modo en el que la escritora emplea una característica tan sencilla de una mujer para algo poético, el tema tan común y relacionado con la realidad, es decir, la manera en la que se desliga la mujer de su papel establecido en la sociedad representada en el corte de las trenzas y pasar a ser casi la contraparte de ésta. Por otro lado, es un cuento muy poético y con una musicalidad amena, pues al ir leyendo el texto pareciese como si se estuviera escuchando una melodía.

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  10. Es un texto sorprendente porque en un inicio no se siente esa esencia del cuento convencional, nos introduce poco a poco con una introducción que da elogio a las trenzas de la mujer.El uso del lenguaje poético es notorio pero se puede entender el texto. En mis palabras no puedo decir que fue 100% de mi agrado porque lo sentí un poco tedioso.

    Hay un gran numero de referencias a la opera y literatura.

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  11. Al finalizar el cuento recorde a Fantine, cuando vende su cabello y se vuelve una cualquiera; a mi parecer la trenza es una metáfora respecto a lo femenino, si se llega a los extremos la cosa no funciona, el caso de las hermanas es el ejemplo. En un principio no entendia a que me llevaria, pero al finalizar me agrado; y ahora ¿Qué tan corta tengo que llevar la trenza?

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  12. Me pareció una lectura muy amena, la manera en que apela a la femineidad de cada historia sustrayendo,de estas leyendas de amor, la esencia de la mujer representada por sus "trenzas", objeto de carga de atributos casi místicos; como la fuerza el magnetismo, la seducción, premonición, etc. Me encanto la metamorfosis de ensayo a cuento, pues la introducción doto de vida a los personajes. La manera en que exhalta la naturaleza femenina me resultó cautivadora.En resumen me gusto, en el análisis literario me representa un reto, es una lectura bastante prolifera, la autora hace uso de un vasto repertorio de recursos literarios.

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  13. Me pareció una lectura muy interesante. Me encantó como la autora proyecta la feminidad y las referencias que hizo fueron bastante buenas y apropiadas al mensaje que quería transmitir. Otra cosa que me llamó la antención fue la manera en que resalta la naturaliza y la relación que tiene con la mujer, haciéndonos ver que son una misma. Utiliza un lenguaje metafórico además de poético y creo que el ritmo que lleva la historia la hace más fácil y agradable de leer.

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  14. Me encantó la forma en que se relacionan la feminidad, la naturaleza y las trenzas de una mujer dentro de la historia, en principio este cuento me propone casi un ensayo, a manera de introducción, aunque no me dejo en claro de que se iba a tratar toda la narración. La descripción de los personajes, la mujer como amazona me gustó mucho también, y su lenguaje es suave y fácil de entender, me ayudó a crear imágenes mentales durante toda la narración

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  15. A diferencia de los otros cuentos, este lo veo a manera de ensayo. No sé si me gustó tanto por ser mujer o por lo que realmente narra, pero he quedado satisfecha con la lectura y las imágenes que su escritura crea en el lector. Además, me ha gustado lo que habla de la mujer, la naturaleza, lo femenino y las raíces.

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    1. Llama mucho mi atención la introducción que emplea la escritora, pues comienzas buscando una historia, y el no encontrarla con la rapidez que se haría en otros cuentos, propone muchas cosas como: el que tiene elementos característicos del ensayo, lo cual lo convierte en parte en un ensayo, dado que esta presencia es muy marcada; que se convierte en un cuento original y finalmente que no sigue la estructura del decálogo del perfecto cuentista y no por eso es un cuento pobre, muy por el contrario resulta ameno ameno divertido y poético.

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