La
suave brisa terminó por arrancarme la última hoja. Nada es lo mismo de un año
para acá. Lechuza me cuenta que últimamente vienen menos personas (me encuentro
un poco alejado para enterarme por mi mismo) puede que el lugar no sea muy
grande pero, ¡vamos se trata de mi hogar! Aquí nací. Recuerdo cuando el dulce
roció regaba mis primeras ramitas, el bosque era más grande, se podía distinguir aún a lo lejos la majestuosidad de los alisos.
Las bromas de mi mejor amigo Abedul hacían que todo se llenara de vida. Antes la
multitud de ciervos descansaban seguros bajo nuestro cobijo, y cómo olvidar a las traviesas ardillas, ¡esas sí que ponían
a uno de lo más contento! En las tardes respirábamos el silencio, un silencio
musical, dulce. Ahora el lugar es diferente, aquellos crueles hombres fueron
despojándonos a mí y a mis amigos de nuestro tesoro; un día mataron a la
familia de los cipreses, otro, a los robles, y cuando le toco el turno a mi
familia: los arces, fue muy triste (me salvé porque me encontraba fuera de sus
alcances). Así el bosque empezó a morir. Y seguían matándolos a pesar de que
ellos se defendían. ¡Iluso de mí, al pensar que mi corteza me protegería! ¡Lástima
que no tenemos alas como Lechuza o el desplazamiento del ciervo para huir! La
misma raíz que nos da la vida es el lazo que la arrebata. Aquel día le dije
adiós a mi hogar y desee morir cuando empezaron a cortar mi tronco, me llevaron
junto con otros, luego de un largo viaje me dejaron en un lugar no muy grande.
Un amable viejecito empezó a dividirme en secciones, dijo que haría de mí su magnum opus. Al final, no quería separarme de él, le tomé cariño pero me cambió
por algo llamado dinero. No lo culpo, su
familia subsistía de la venta de muchos como yo. Hoy me encuentro con mi nuevo
amo, un joven de ojos soñadores, estoy en un lugar muy espacioso, hombres y mujeres están sentados, esperando… Mi amo se
ha vestido de gala. Al entrar en algo que llaman escenario el silencio lo
acompaña, todos tienen sus miradas puestas en él. Antes de empezar a utilizar
el arco me susurra -¡hoy es el día mi
buen violín!
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